*Foto de Eduardo Francisco Coiro. @educoiro
VERSOS
DE AMANECER*
Y si nos damos una oportunidad,
y si trabajamos para darnos una
oportunidad,
y si a toda hora del vivir, entre la
abundante maleza,
elegimos sin concesiones y sin yuyos
menores
(siempre siempre yuyos menores),
y tratamos de hacer un camino, pero antes
soñamos e ideamos hacer un camino,
donde, paso a paso, el aire limpio tenga
morada.
Y si nos damos una oportunidad,
aunque hoy estemos lejos (cada hora más
lejos),
y si trabajamos para darnos una
oportunidad,
aunque el mal tiempo siempre se cruce,
para no ser los desafortunados que somos
de toda buena razón y toda fortuna.
*De Eduardo
Dalter.
(Del
poemario "Luces de la orilla",
en prensa)
*
Tanto en el amor como en la literatura el
énfasis está puesto en lo imaginario, en la negación del mundo en sus
realidades particulares para elegir una visión de totalidad y absoluto que es
como un hueco que, provisto del consecuente vértigo, porque toda la vida está
jugada a lo que no es propio. Todo en la literatura es ajeno, desde la
escritura en sí, el lenguaje que no pertenece, la imagen que es siempre otra
cosa que no es nada de lo que expresa, ni contiene la unión de lo que es extraño
entre sí, como es extraña la persona amada que duerme a nuestro lado,
extranjera, imposible.
Se supone que en la literatura o en el amor el querer llegar a ser otros
es para ser más nosotros mismos. Ese lenguaje que no nos pertenece y que no sabemos
por qué lo decimos aunque nos arranca de nosotros nos lleva a un núcleo más
profundo y esencial de la identidad. El texto y la persona amada siempre
terminan abandonándonos, y revelando que si bien han tocado nuestra esencia, ya
pertenecen al mundo y dejan de ser nuestros. Es en ese momento en que dejamos
de reconocerlos.
No obstante ha existido una revelación o para no alejarnos de Borges la
inminencia de una revelación, el borde. El amor físico algo ha producido donde
nos pareció haber recibido algo más que un cuerpo. La escritura aún en la
entraña misma del Mal-Decir algo nos ha alcanzado a comunicar cuando toda
comunicación parecía perdida, tal vez porque nada que no sea paradojal es
verdadero aunque nuestra mente resista a lo que no sea la unidad, la madre y
nosotros como un solo cuerpo. Se nos pierde qué clase de revelación ha sido
ésa, como las palabras proféticas recibidas en un sueño y luego olvidadas o
deformadas por la vigilia. Si ha existido ese borde de revelación hemos amado
de verdad o se ha producido el misterioso fenómeno de la belleza.
*De Liliana
Díaz Mindurry. lidimienator@gmail.com
(Fragmento
de "La maldición de la
literatura" Madrid, Huso 2017)
-Liliana
Díaz Mindurry nació en Buenos Aires.
1º Premio Municipal de Buenos Aires Bienio
90-91 por el libro La estancia del sur
además del 1º Premio Municipal de Córdoba, el 1º Premio Fondo Nacional de las
Artes 1993 de novela, el Premio Centro Cultural de México 1993, Premio El
Espectador de Bogotá en 1994 (concurso Juan Rulfo de París), el 1º Premio
Jiménez Campaña de Granada. Logró el Premio Planeta 1998 por Pequeña música nocturna, entre otros
premios. Ha publicado 31 libros entre ellos las novelas La resurrección de Zagreus, A
cierta hora, Lo indecible, Lo extraño, Pequeña música nocturna, Summertime,
Hace miedo aquí, El que lee mis palabras está inventándolas,
Perro ladrando a la luna, Cita en la espesura, La dicha, La mansa brutalidad del mundo.
Los libros de ensayos La voz múltiple, La
maldición de la literatura, Conversación
entre dos patios. La poesía de
Santiago Sylvester (Mejor ensayo internacional de poesía 2024, Recife).
En cuento publicó: Buenos Aires ciudad de la magia y de la muerte, La estancia del sur, En el fin de las palabras, Retratos de infelices, Último tango en Malos Ayres. Onetti a las seis fue llevado a la
escena teatral por Hernán Bustos junto con Un
sueño realizado de Onetti. Participó
de antologías de cuento en España, publicando entre otros cuentos, Rulfo cien años después. Escribió el posfacio a las obras completas de
Onetti en la Editorial Galaxia Gutenberg.
En poesía publicó Sinfonía en llamas, Paraíso
en tinieblas, Wonderland, Resplandor final, Cazadores en la nieve, Poesía
Completa (1990-2017), Hamlet en la
azotea, Guernica, Lo prohibido.
-Recientemente ha publicado el libro de
ensayos “DESVÍOS Y TRAICIONES LITERARIAS”
Editorial Huso, Madrid, 2025
CARAS*
Varias caras.
Distintas. Presurosas. Sin vida. Retraídas.
Muchos ojos que
hablan.
Algunas veces volteo y
miro hacia un pequeño pueblo.
Los ojos se nublan y
hablan entre sí.
Veo un matuasto con
los ojos saltones.
Otras veces los ojos
miran para adentro, ay.
Se dicen cosas que
jamás te dije.
Hoy está lloviendo,
corazón y es la misma lluvia que te moja y me moja pero no estás conmigo, y
esta lluvia no volverá. Volverán otras muchas. Pero ésta no. Y yo quisiera que
moje tu pelo y sorber el agua con la lengua.
Me angustia cuando
parto. No sé si he de volver. Veo tu cara indescifrable pero sé que lloras, y
si bien amo ese llanto, sé, es efímero, se evapora, vendrán otros, pero éste,
nunca. Y me invade una orfandad de risas porque mi sonrisa es una mueca. Es una
mueca, y vos lo sabés. Vendrán otras, pero éstas nunca.
Querría congelar el
tiempo. Parar el reloj y girar y reír medio locos a las 2 de la noche, en las
calles solitarias, beodas. Sé, no volverán.
Muchas veces te digo,
vení. Gocemos de este sol. Es el mismo sol, pero estás muy lejos, y yo
demasiado cerca de mí misma.
Y me asusta. Me da
tristeza no saber si moriré tomada de tu mano. Y más, mucho más, me da pavor
morir tomada de tu mano.
Y veo esas caras,
inexpresivas.
Mudas, ciegas. Esas
caras, otras. Pero nunca las mismas.
Y aquí estamos
amándonos, aquí y ahora, en esta Argentina, que se cae a pedazos, este amor,
este dolor, aquí y ahora, sabiendo que este momento no volverá.
*De Amelia
Arellano.
San Luis.
*
—¿Viajas para revivir
tu pasado? —era en ese momento la pregunta del Kan, que podía también
formularse así: ¿Viajas para encontrar tu futuro?
Y la respuesta de Marco:
—El allá es un espejo en negativo. El viajero
reconoce lo poco que es suyo al descubrir lo mucho que no ha tenido y no
tendrá.
*De Ítalo
Calvino.
- las
Ciudades Invisibles.
Los
caminos*
Los caminos tienen eso de llevarnos y
traernos,
les adjudicamos esa utilidad o ese
propósito,
y es posible que lo tengan, que de alguna
manera sirvan los caminos para volver,
si es que en verdad se vuelve a algún
sitio,
si es necesario y sano volver a algo, sin
embargo,
hay desvíos posibles, grandes o pequeños,
y, tal vez, en esos desvíos, en esa
alteración,
en esa violencia de la costumbre, está la
vida,
que el resto sea tan sólo tiempo
transcurrido;
pero hay gente, siempre la hay, que vive la
vida
recorriendo los caminos alternativos,
esa gente sabe algo que yo no sé,
y que, acaso, hubiera querido
saber a tiempo.
*De Horacio
Rodio. horaciorodio@hotmail.com
-Horacio
nació en Llavallol, en 1954. Realizó talleres con Laura Massolo y Liliana Díaz
Mindurry. Obtuvo más de cien premios nacionales e internacionales en cuento,
poesía y novela, con publicaciones en Argentina, España, Colombia y Chile. Es
autor de los libros de cuentos Palabras
de piedra (Baobab, 1999), Media baja
(Dunken, 2012) y La insistencia de la
desdicha (Ruinas Circulares, 2018), y de los poemarios El cinturón de Orión (primer premio del 15° Concurso “Adolfo Bioy
Casares”, Ediciones Municipalidad de Las Flores, 2022) y El libro de Hopper (Pierre Turcotte Éditeur, Canadá, 2023). Ese
mismo año, el sello español Avant Editorial publicó su novela Ausencia y error. -En el 2024 publicó
su libro de cuentos La oscuridad de los
hechos. -Editorial Esa luna tiene agua.
LA LLAMA*
Una mujer inuit
enciende el fuego
en su casa de nieve.
Es áspero
de aceite el aire,
pero insiste
en contener la llama.
El calor
derrite el hielo
pero el frío de afuera
reinventa la casa.
La mujer mira el
fuego.
Sobre pieles de foca
acuesta a los hijos.
Sobre pieles de foca
sostiene la llama.
Mi hija me cuenta
la historia de hielo
mientras un fueguito
tiembla en su mirada.
*De Mariana
Finochietto. mares.finochietto@gmail.com
-Mariana
nació en General Belgrano, provincia de Buenos Aires, en 1971. Actualmente
vive en City Bell.
Publicó: Cuadernos de la breve ceguera (La Magdalena, 2014)
Jardines, en coautoría con Raúl Feroglio (El Mensú, 2015)
La hija del pescador (La Magdalena, 2016)
Piedras de colores (Proyecto Hybris, 2018)
El orden del agua (GPU Ediciones ,2019)
(Sudestada, 2021)
Quiero sacar la cabeza
por la ventanilla de tu coche (Halley Ediciones, 2023)
Patio (elandamio ediciones, 2024)
Poesía reunida (Medusa editores, 2024)
La Muralla y
Los Libros*
*Jorge Luis Borges
He, whose long Wall the wand´ring
Tartar bounds…
Dunciad, de ALEXANDER POPE, II, 76
Leí, días pasados, que el hombre que
ordenó la edificación de la casi infinita muralla china fue aquel primer
emperador, Shih Huang Ti, que asimismo dispuso que se quemaran todos los libros
anteriores a él. Que las dos vastas operaciones –las quinientas a seiscientas
leguas de piedra opuestas a los bárbaros, la rigurosa abolición de la historia,
es decir del pasado– procedieran de una persona y fueran de algún modo sus
atributos, inexplicablemente me satisfizo y, a la vez, me inquietó.
Indagar las razones de esa emoción es el
fin de esta nota. Históricamente, no hay misterio en las dos medidas.
Contemporáneo de las guerras de Aníbal, Shih Huang Ti, rey de Tsin, redujo a su
poder los Seis Reinos y borró el sistema feudal; erigió la muralla, porque las
murallas eran defensas; quemó los libros, porque la oposición los invocaba para
alabar a los antiguos emperadores.
Quemar libros y erigir fortificaciones es
tarea común de los príncipes; lo único singular en Shih Huang Ti fue la escala
en que obró. Así lo dejan entender algunos sinólogos, pero yo siento que los
hechos que he referido son algo más que una exageración o una hipérbole de disposiciones
triviales. Cercar un huerto o un jardín es común; no, cercar un imperio.
Tampoco es baladí pretender que la más tradicional de las razas renuncie a la
memoria de su pasado, mítico o verdadero. Tres mil años de cronología tenían
los chinos (y en esos años, el Emperador Amarillo y Chuang Tzu y Confucio y Lao
Tzu), cuando Shih Huang Ti ordenó que la historia comenzara con él.
Shih Huang Ti había desterrado a su madre
por libertina; en su dura justicia, los ortodoxos no vieron otra cosa que una
impiedad; Shih Huang Ti, tal vez, quiso borrar los libros canónigos porque
éstos lo acusaban; Shih Huang Ti, tal vez, quiso abolir todo el pasado para
abolir un solo recuerdo; la infamia de su madre. (No de otra suerte un rey, en
Judea, hizo matar a todos los niños para matar a uno.) Esta conjetura es
atendible, pero nada nos dice de la muralla, de la segunda cara del mito. Shih
Huang Ti, según los historiadores, prohibió que se mencionara la muerte y buscó
el elixir de la inmortalidad y se recluyó en un palacio figurativo, que
constaba de tantas habitaciones como hay días en el año; estos datos sugieren
que la muralla en el espacio y el incendio en el tiempo fueron barreras mágicas
destinadas a detener la muerte.
Todas las cosas quieren persistir en su
ser, ha escrito Baruch Spinoza; quizá el Emperador y sus magos creyeron que la
inmortalidad es intrínseca y que la corrupción no puede entrar en un orbe
cerrado.
Quizá el Emperador quiso recrear el
principio del tiempo y se llamó Primero, para ser realmente primero, y se llamó
Huang Ti, para ser de algún modo Huang Ti, el legendario emperador que inventó
la escritura y la brújula. Este, según el Libro de los ritos, dio su nombre
verdadero a las cosas; parejamente Shih Huang Ti se jactó, en inscripciones que
perduran, de que todas las cosas, bajo su imperio, tuvieran el nombre que les
conviene. Soñó fundar una dinastía inmortal; ordenó que sus herederos se
llamaran Segundo Emperador, Tercer Emperador, Cuarto Emperador, y así hasta lo
infinito… He hablado de un propósito mágico; también cabría suponer que erigir
la muralla y quemar los libros no fueron actos simultáneos. Esto (según el
orden que eligiéramos) nos daría la imagen de un rey que empezó por destruir y
luego se resignó a conservar, o la de un rey desengañado que destruyó lo que
antes defendía.
Ambas conjeturas son dramáticas, pero
carecen, que yo sepa, de base histórica. Herbert Allen Giles cuenta que quienes
ocultaron libros fueron marcados con un hierro candente y condenados a
construir, hasta el día de su muerte, la desaforada muralla. Esta noticia
favorece o tolera otra interpretación. Acaso la muralla fue una metáfora, acaso
Shih Huang Ti condenó a quienes adoraban el pasado a una obra tan vasta como el
pasado, tan torpe y tan inútil. Acaso la muralla fue un desafío y Shih Huang Ti
pensó: “Los hombres aman el pasado y contra ese amor nada puedo, ni pueden mis
verdugos, pero alguna vez habrá un hombre que sienta como yo, y ése destruirá
mi muralla, como yo he destruido los libros, y ése borrará mi memoria y será mi
sombra y mi espejo y no lo sabrá”. Acaso Shih Huang Ti amuralló el imperio
porque sabía que éste era deleznable y destruyó los libros por entender que
eran libros sagrados, o sea libros que enseñan lo que enseña el universo entero
o la conciencia de cada hombre. Acaso el incendio de las bibliotecas y la
edificación de la muralla son operaciones que de un modo secreto se anulan.
La muralla tenaz que en este momento, y en
todos, proyecta sobre tierras que no veré su sistema de sombras es la sombra de
un César que ordenó que la más reverente de las naciones quemara su pasado; es
verosímil que la idea nos toque de por sí, fuera de las conjeturas que permite.
(Su virtud puede estar en la oposición de construir y destruir, en enorme
escala.) Generalizando el caso anterior, podríamos inferir que todas las formas
tienen su virtud en sí mismas y no en un “contenido” conjetural. Eso
concordaría con la tesis de Benedetto Croce; ya Pater, en 1877, afirmó que
todas las artes aspiran a la condición de la música, que no es otra cosa que
forma. La música, los estados de la felicidad, la mitología, las caras
trabajadas por el tiempo, ciertos crepúsculos y ciertos lugares, quieren
decirnos algo, o algo dijeron que no hubiéramos debido perder, o están por
decir algo; esta inminencia de una revelación, que no se produce, es, quizá, el
hecho estético.
Buenos Aires, 1950
*de Jorge
Luis Borges.
Otras inquisiciones
-Fuente: https://aquileana.wordpress.com/2009/05/30/jorge-luis-borges-la-muralla-y-los-libros-el-espejo-de-los-enigmas/
Mujer mirando al vacío*
Parada frente al mar
con un reflejo gris en
su mirada.
(Se diría perdida en
la nostalgia,
la nostalgia del mar,
que no se agota)
Parada frente al mar.
La ciudad a su espalda
(esa ciudad que antaño
fue promesa
y hoy es sólo glacial
encrucijada)
y una muda tempestad
de arena
bajo sus pies
descalzos.
Ante ella hay un mar
incomparable
que sus ojos no ven,
un cielo transparente,
una distancia,
la levedad
impronunciable de la brisa.
*De Sergio
Borao Llop. sbllop@gmail.com
-De Por
si mañana no amanece.
MIEDO
AL FUTURO*
Una vecina caminaba al revés. Sí, caminaba
hacia la esquina de espaldas. Pensé que iba a tropezar. Sentí desesperación.
Pero no, avanzaba con una seguridad demencial sin perder el equilibrio. Por un
momento supuse que debía sujetarla, o al menos preguntarle el porqué de la
experiencia. No me animé. Estaba despierta -no en trance- con ojos muy grandes
mirando al pasado. En su mano derecha llevaba un ramo de jazmines y en la
izquierda apretaba algo invisible en el puño.
*De Eduardo
Francisco Coiro.
https://www.facebook.com/CansadoDeTriunfar/
*
—El infierno de los
vivos no es algo que será; hay uno, es aquel que existe ya aquí, el infierno
que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de
no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse
parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige
atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en
medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio.
*Ítalo
Calvino.
-Las ciudades invisibles.
Inventren
https://inventren.blogspot.com.ar/
EL ESPERADOR*
La habitación es pobre, por la ventana
entra una luz tamizada por una cortina con agujeros, que producen manchitas
irregulares de sol sobre el muro encalado. Una araña de patas largas y
cuerpecito minúsculo hace filigrana en el techo. Hay una cama, un escritorio
sencillo de madera, una lámpara con el pie curvo, despintada como todo, apagada
a pesar de que el sol allá afuera está bien alto pero adentro es penumbra y
tristeza.
Revistas viejas apiladas, un ventilador de
metal sobre una silla, un ropero al que las puertas no le cierran del todo.
Adivinamos un baño del otro lado de la
pared por el goteo lento pero continuo. Suponemos sin verlo que la tapa del
botón falta, y para realizar la descarga del inodoro habrá que tirar del
fierrito dentro del pozo rectangular abierto como una boca que ni llora ni ríe,
abierto el rectángulo como una boca asombrada, suspendida en un grito o quizás
inmóvil simplemente, esperando algún tipo de reparación.
Un hombre en camiseta sin mangas está
acodado en la mesa de la habitación. No hay relojes allí, sólo las manchitas de
luz que imperceptiblemente recorren las paredes y hacen de reloj de sol
indicando que el mundo transcurre allá afuera. El sol se mueve, las manchas
pasean lerdas por la pieza como constelaciones nocturnas de inmensidad y
lejanía, aquí nunca es de día ni de noche, nos decimos, no es un buen lugar
para cultivar vida.
Canta un pájaro, algún perro ha ladrado
confusamente en algún lugar. Les contestan. Otros pájaros se desgañitan en
respuesta, otros perros emiten sus voces destempladas comentando lo que dijo el
congénere.
El hombre no se ha movido. Vemos que hay
una pavita abollada, un calentador, un mate de madera recubierto en aluminio,
una lata de yerba ennegrecida. Otra lata suponemos que contiene galletas, pero
no la ha abierto.
El hombre está encorvado, los brazos sobre
la mesa y la cabeza con pocos cabellos obstinadamente fijada hacia adelante. Le
corre una gota de sudor temblorosa desde la axila. Anacrónicamente, una
pantalla de ordenador le ilumina los ojos. Habríamos creído que un lápiz de
madera y una hoja rayada serían más convenientes, pero la notebook delante de
su rostro está tan deslucida como el resto de las cosas, polvo entre las
teclas, la pantalla sucia y en una esquina del aparato una cinta aisladora
remendando una quebradura.
Escribe con dedos pálidos "resido en
Baudrix", y en el ordenador que desmaterializa el ser y lo transforma en
unos cuantos caracteres viajando por el globo, se transforma en una frase
maravillosa, él se transforma en un hombre misterioso y fascinante. Baudrix.
Una mujer se imagina un caballero hermoso y distinguido en una casa de tejas
negras en medio de un jardín con una fuente. Otra mujer se dice
"Baudrix" y aparece un muchacho lánguido de nariz recta sentado en el
pretil de un puente de piedra sombreado por altos pinos. "Baudrix" se
dice otra, y evoca prados verdes y quizás robles, y quizás a lo lejos la aguja
del campanario de una capilla medieval.
"Baudrix" ha dicho ella. Y
sonríe, y piensa en el hombre en camiseta, en la cama de hierro, en la uña del
dedo gordo del pie derecho que le rompe las zapatillas de lona. Piensa en los
cabellos ralos, las mejillas mal afeitadas. Recuerda la mujer la cortina con
agujeritos, el comedor con los muebles de la abuela, el patio de baldosas
desparejas.
"Escribe él, aquí, en Baudrix",
se dice la mujer. "Y está solo, y espera" se dice. Espera, aunque en
la estación ya no arribarán más trenes. Lanza sus botellas, él, y todavía.
Espera. Se dice la mujer.
El timbre no funciona. Unos nudillos
golpean la puerta.
El hombre se pone una camisa de mangas
cortas sobre la camiseta, se calza las chinelas y gira el picaporte de su
puerta.
*De Mónica
Russomanno. russomannomonica@hotmail.com
-Próxima estación:
FRANCISCO A. BERRA.
-Continuidad literaria
por el Ferrocarril Provincial:
ESTACIÓN
GOYENECHE.
GOBERNADOR
UDAONDO.
LOMA VERDE.
ESTACIÓN SAMBOROMBÓN.
GOBERNADOR DE SAN JUAN
RUPERTO GODOY.
GOBERNADOR OBLIGADO.
ESTACIÓN
DOYHENARD.
ESTACIÓN GÓMEZ DE LA
VEGA.
D. SÁEZ.
J. R. MORENO.
EMPALME ETCHEVERRY.
ESTACIÓN ÁNGEL
ETCHEVERRY.
LISANDRO OLMOS.
INGENIERO VILLANUEVA.
ARANA.
GOBERNADOR GARCIA.
LA PLATA.
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