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Mostrando entradas de enero, 2020

LUNA LLENA DEL LOBO

Contaba mi abuela que en su pueblo natal a orillas del río D'Orba el hombre lobo era fácilmente ubicable. Llevaba atada de una de sus patas traseras a la luna llena. Por eso su andar era torpe y siempre estaba delatado por la luminosidad. Como quien camina seguido por la luz de un farol sobre su cabeza. Los hombres del pueblo no querían cazarlo porque era demasiado sencillo. Además seguramente era un buen vecino que saltaba de su cama para cumplir un designio tan repetido como la neurosis, claro que mi abuela no decía neurosis. Decía que llovería la misma repetida maldición sobre aquel que matara a un vecino que tenía la desgracia de tirar de la luna vestido de lobo.

MI PADRE SILBANDO EN LA NOCHE

Ahí va mi padre silbando en la madrugada. Es primavera. No alcanza con el canto cíclico de los zorzales. Mi padre se acompaña silbando. Es una melodía que alguna vez le escuche cantar en italiano, habla del amor perdido por una napolitana. Cada vez que lo escuchaba silbar aquella melodía era como si hablara en él toda la tristeza que tenía adentro. Mi padre un hombre de silencio. De pocas palabras, las justas y necesarias. Ahora que volvió la primavera los zorzales cantan un insomnio de amor. Mi padre vuelve a caminar a la madrugada hasta la avenida bajo las estrellas o la tempestad para ir trabajar a la fábrica. Esta sólo. Se acompaña silbando su amor a una napolitana.